Videomapping arquitectónico que explora cuestiones sociales de identidad y hace del concepto maleable de la belleza el actor principal de la obra.

En la sociedad contemporánea la figura humana está por todas partes y, con ella, el afán establecido del ser humano de verse a sí mismo y de ver a los demás. Pero ¿cuánta veracidad existe en las imágenes que proyectamos de nuestro propio ser? Con el fenómeno de las redes sociales, el autorretrato ofrece una imagen parcial de la persona representada a través de filtros. Tecnologías diseñadas para mostrar la visión más halagadora de la persona en cuestión y que popularizan un determinado estándar de belleza con ausencia de defectos y de imperfecciones físicas. Un artificio que se impone y oculta el enigma de ese rostro queriendo parecer lo que no es y dando lugar a alter egos de naturaleza mutable. Faç a la voluntat indaga en este uso de máscaras que exploran la naturaleza performativa de la identidad en la que las personas partícipes exponen su vida en un juego continuo entre la artificialidad y la naturalidad. La forma es transitoria y puede mudarse a voluntad.

De esta forma, el desenlace del mapping plantea un diseño experiencial en el que la tecnología digital permite que el espectador modifique el aspecto del rostro proyectado y el contenido visual a través de su acción voluntaria mediante procesos y algoritmos de composición visual generativa diseñados por el artista.

La música del espectáculo fue creada por el compositor Juan José Ochoa.