Medir el rostro, leerlo y descifrarlo. Los recientes y controvertidos sistemas de reconocimiento facial son la última expresión de un anhelo largamente cultivado. En distintas épocas la búsqueda ha tenido diferentes objetivos. Desde la aparición de la fotografía, la tentación se vistió de afectividad, de halo científico.

El rastro gráfico y artístico que ha dejado esta búsqueda, a menudo llena de prejuicios, es extraordinario. Este legado sigue inspirando representaciones del rostro y del cuerpo humano, como mapa, paisaje, conflicto, relato y superficie. Ésta es una propuesta para devolver al rostro desde la fotografía y el audiovisual contemporáneo, fundamental por las posibilidades actuales para la autorrepresentación, pero también por las tecnologías que han hecho del mismo rostro una herramienta de control y reconocimiento. La tecnología, quirúrgica o digital, permite hoy explorar la mutabilidad de una frontera, cara, hasta ahora permanente.

Si el pasado del rostro como motivo visual es monumental , de Lombroso o Charcot en el primer plano cinematográfico, el presente no lo es menos. Dispositivos (móviles, webcams), programas (Deep Fake, IA) y prácticas siguen estresando las posibilidades expresivas del rostro y desplegando nuevas formas de entenderlo.

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